Atrapado en tu propio sueño
Atrapado en tu propio sueño: el despertar del espíritu
Vivimos atrapados en una ilusión que creemos real. Día a día repetimos pensamientos, emociones y decisiones convencidos de que somos libres, cuando en realidad actuamos desde un personaje construido por el ego y sostenido por el alma. Este personaje –el “yo” que creemos ser– no es nuestro verdadero ser, sino una máscara aprendida, programada por la cultura, la educación, la familia, y la experiencia acumulada de nuestras vidas pasadas.
La gran pregunta surge entonces: ¿dónde quedó nuestro espíritu?
El juego de la separación
Desde hace milenios, el alma ha sido la portadora de nuestra historia personal. Reencarna una y otra vez, acumulando experiencias, dolores, creencias y misiones. Pero en este viaje, el alma también ha aprendido a controlar: necesita drama, necesita sufrimiento, necesita propósito. Nos hace creer que hay que alcanzar una perfección espiritual, que hay que hacer algo para merecer, evolucionar o ser “dignos”.
Y así, el alma –alimentada por el ego– nos mantiene atrapados en los mil sueños del yo perdido: hologramas mentales, capas de creencias, juicios y roles. Todo lo que vivimos está coloreado por esa programación, que incluso nos hace pensar que estamos tomando decisiones libres… cuando en realidad seguimos actuando desde patrones automáticos.
El espíritu no necesita evolucionar
A diferencia del alma, el espíritu no busca perfección. El espíritu ya es perfecto, completo, libre. No tiene miedo, no necesita ser salvado, no busca una misión. El espíritu solo desea vivir la experiencia de existir, con amor, con presencia, con armonía.
Cuando despertamos a esta verdad, todo cambia.
El “viaje espiritual” ya no es una búsqueda constante ni una lucha por liberarse. Es un regreso al centro, una reconexión con lo que ya somos. Despertar es recordar que no somos víctimas de las circunstancias, que no estamos aquí para sufrir ni para cumplir misiones impuestas, sino para experimentar la vida desde el Ser.
Vivir desde el espíritu: una práctica silenciosa
Despertar no significa retirarse del mundo, ni negar las emociones, ni renunciar a lo humano. Significa vivir desde otro lugar. Desde el espíritu observador, ese que no necesita defenderse, que no busca tener razón, que no compite ni se aferra al pasado.
Vivir desde el espíritu es aprender a:
- Soltar el control y permitir que la vida fluya.
- No poner sentido ni juicio a cada cosa que ocurre.
- Ver los juegos del ego sin caer en ellos.
- Experimentar la existencia con asombro, como un niño que dice “¡guau!” ante cada revelación.
- Desaprender lo aprendido para vaciarse… y desde ese vacío, dejar que emerja la verdad.
Tu espíritu está esperando
No necesitas buscar tu propósito ni encontrar un nuevo camino. Tu verdadero Ser está dentro de ti, cubierto por capas de programación, de dolor y de miedo. Pero en el momento en que decides mirar hacia adentro, en el instante en que te vacías y te rindes, el espíritu aparece.
Y entonces ocurre algo silencioso pero inmenso: ya no necesitas ser nada más. Porque recuerdas que ya eres.

MEDITACIÓN GUIADA: SENTIR EL ESPÍRITU
Cierra los ojos. Deja que la respiración fluya suavemente… sin forzar nada.
Inhala…
Exhala…
Ahora lleva tu atención al espacio interior…
Siente cómo, al observar tu mundo interno, se produce una apertura…
Una rendición silenciosa.
En este instante…
No tienes que demostrar nada.
No hay metas. No hay logros. No hay búsqueda.
Solo estás tú…
Desnudo de historia, sin etiquetas, sin personajes.
Vacío… y presente.
Y en ese vacío…
en esa rendición profunda…
algo sagrado comienza a emerger.
No es una emoción.
No es un pensamiento.
Es una presencia.
Es el espíritu.
Tu espíritu.
Siente cómo se manifiesta, no con palabras,
sino con una vibración que envuelve todo tu ser.
Es claridad.
Es confianza.
Es eternidad.
Permanece ahí…
Permite que ese silencio te envuelva.
Observa cómo el espíritu no necesita defenderse,
no necesita buscar… solo se expresa…
libre… abundante… completo.
Tú eres eso.
Ahora imagina que respiras desde ese lugar.
Respiras desde tu espíritu.
Cada inhalación te ancla más en tu verdad.
Cada exhalación disuelve las capas del yo histórico, del personaje.
Permite que caigan los velos…
Permite que el alma se rinda también…
Y que deje de buscar misiones, metas o explicaciones…
Solo sentir.
Solo ser.
Quédate unos minutos respirando desde ese centro…
Ese núcleo silencioso donde no hay miedo ni duda.
…
…
Cuando lo sientas, puedes volver lentamente…
Trae contigo la certeza de que tu espíritu nunca estuvo lejos…
Solo esperaba a que tú te vaciaras y te rindieras…
para mostrarse.
Y ahora lo sabes:
el espíritu no se busca… se permite.
